viernes, agosto 13, 2010

El sol de mi ciudad se encarna en la piel Seri de mis hermanos al medio caminar del día.

En un extraño atardecer de verano nos sorprende un húmedo vendaval enfurecido.

Horas después una alfombra costosa es pisoteada con la fuerza de nuestro controlado río.

Esta árida tierra se hunde y desquebraja ante la mirada de esos nuevos y orgullosos edificios.

Flota solo la historia del caudal que recupera su andar con renovados brios.