Quien te extraña recuerda,
da cuerda a tu historia,
se infiltra en memorias,
aprieta el parpado para soportar tristeza.
Si Alondra me consuela,
en tu día,
en precuela,
no te enojes conmigo hermano,
tu nunca aprendiste a morderla.
Los oasis no son eternos.
El humano, como especie,
no se puede quedar a vivir en uno,
no es un hogar,
ni siquiera un hostal
o un buen lugar para acampar indefinidamente
con la comodidad suficiente para sobrevivir…
Al día siguiente de haberlo encontrado,
hay que levantarse y continuar el andar
por el pesado desierto imperfecto
llamado “vida”.