¿Qué tanto se puede sumergir un soldado
en el rojo de una vena?
Frente a un pelotón, las posibilidades
son muy bajas,
tomando en cuenta el miedo acumulado
desde su captura.
En ese momento ya no se piensa en el
hambre,
ni en la lujuria,
mucho menos, creo,
en Dios,
por que seguramente ya lo ha abandonado.
Quien podría salvarlo,
en un remoto caso de heroísmo,
se encuentra acorralado por las fuerzas
del conformismo,
con una televisión encendida frente a él,
sintonizando el canal de la tendencia a
seguir,
mientras se fuma sus sonrisas
y se reacomoda la almohada de la
superficialidad.
Soldado vulnerable,
de piernas inestables,
figura bala fácil,
estructura deleznable.
“Voy a tratar de no acobardarme
a la hora del descenso,
pero no les prometo nada;
están temblando las piernas de toda una
generación,
amaestrada por los ceros y los unos,
acomplejados estereotipos que Dios mandó
hacer a mano para cada uno de sus hijos;
les enviaré, en una botella,
el informe de los años subsecuentes.” Dijo el Soldado justo antes del ocaso.