Se debe al viento el Señor Cometa,
al verano de cielos despejados,
a esa brisa relajante en contra de su interior,
mientras la Señora Trapecista culmina su gran función.
Se debe a la red de protección la Señora fatalista,
a la precisión de su movimiento pélvico,
a ese control en el ritmo de sus piezas,
mientras el Señor Cometa vuela alto…vuela sin certezas.
Se despojan de sus miedos al viajar entre las nubes verdes
del asombroso paisaje.