Pienso en él como en el árbol;
y el viento mueve sus ramas
como la travesura diaria que nos
sorprenderá.
El sol en la cara,
el agua en su vasito azul claro,
el rugir de su corazón,
alegría en su danza.
Sus nuevas palabras son mis favoritas,
sus acciones inciertas generan sonrisas.
La tarde es perfecta para jugar,
su inocencia es alimento para
enseñar/ejemplificar,
su amor sin límites es base piramidal.
Veo en él el equilibro necesario
que nos brinda fuerzas para luchar por su
integridad;
y nos observa,
y nos estudia,
y nos aprende,
y nos hace valorar el día.
Pienso en él como en la semilla,
y en esta tierra fértil
que para su buen crecimiento
a nosotros nos tocó cambiar.
Dos.