martes, noviembre 13, 2012


Pienso en él como en el árbol;
y el viento mueve sus ramas
como la travesura diaria que nos sorprenderá.

El sol en la cara,
el agua en su vasito azul claro,
el rugir de su corazón,
alegría en su danza.

Sus nuevas palabras son mis favoritas,
sus acciones inciertas generan sonrisas.

La tarde es perfecta para jugar,
su inocencia es alimento para enseñar/ejemplificar,
su amor sin límites es base piramidal.

Veo en él el equilibro necesario
que nos brinda fuerzas para luchar por su integridad;
y nos observa,
y nos estudia,
y nos aprende,
y nos hace valorar el día.

Pienso en él como en la semilla,
y en esta tierra fértil
que para su buen crecimiento
a nosotros nos tocó cambiar.

Dos.