Espeso es el color de su encanto,
tripulado por sus deseos de asfixiarme,
sin argumento,
sin motivo alguno;
lo confirmo cada mañana en que me despierta
abruptamente con un rodillazo en el coxis,
maldita costumbre de ni siquiera negociar paz.
tripulado por sus deseos de asfixiarme,
sin argumento,
sin motivo alguno;
lo confirmo cada mañana en que me despierta
abruptamente con un rodillazo en el coxis,
maldita costumbre de ni siquiera negociar paz.
Admiro detalladamente el cielo gris en esas tardes;
humildemente pido ayuda y tu me tiras a la cara con un martes.
humildemente pido ayuda y tu me tiras a la cara con un martes.