Bajo la auto-consigna de ser un fantasma,
uno se va encontrando con exteriores
repletos de fauna.
Aves de mal agüero,
sin alas,
sobre un alambre pasajero;
alacranes en la carótida,
changos bailando una involución incomoda;
avestruces en una guerra infructuosa
contra el cemento,
burros atolondrados en un otoño adverso;
venados cayendo al escuchar el disparo de
un arma,
zopilotes en el estrado esperando a que
los incautos descuiden el alma,
mariposas incomprendidas bajo los faros
de esa plaza,
machos alfa pretendiendo no tener a una
leona en casa;
tortolos exhibiendo sus besos como en
escaparate,
familias de hienas contaminando el
ambiente del buen oyente,
Sapotoros en mi mente…
Perros indefensos,
comiendo desperdicios de un mal gobierno,
y describiendo el paisaje etéreo, un
pingüino en el desierto.
A donde iremos a parar el y yo?
sin ti pastoreándonos, mi Dios.