Me gusta perder el control
del código que gestiona el equilibro
de los sistemas que generan la comodidad
del usuario.
El azar es divertido a cualquier hora del
día,
se accionan los genes que los hace
caminar como cavernícolas,
y se proyectan con una gracia singular,
tratando de restablecer el orden de su
comodidad en un espacio-tiempo
de algo que nunca han entendido.