La sombra que da por la noche la gárgola que está en el
techo de la casa frente a la tuya, le permite aprovecharse de mi ingenuidad a
ese vecino que acostumbra visitarte a las nueve en punto.
He escuchado sus pasos en el techo,
he visto que los brazos del árbol chueco se mueven repentinamente,
sin haber viento;
y tu sonríes apenitas,
y un ojo se te va por la ventana que da a la calle,
y hasta respiras con dificultad.
he visto que los brazos del árbol chueco se mueven repentinamente,
sin haber viento;
y tu sonríes apenitas,
y un ojo se te va por la ventana que da a la calle,
y hasta respiras con dificultad.
No digas duende,
no digas gato,
sé que es humano,
he pronosticado su nombre.
no digas gato,
sé que es humano,
he pronosticado su nombre.